La grey católica argentina recuerda y evoca este martes 7 de agosto la figura de San Cayetano, patrono del Pan y el Trabajo, una de las festividades populares más importantes del año.
En Necochea las actividades se concentran en la capilla bajo su advocación ubicada en 102 y 79, pleno corazón del Barrio 9 de Julio. Con buen número de feligreses provenientes de distintos puntos de Necochea y Quequén, en la medianoche pasada se ofició misa encabezada por monseñor Gabriel Mestre, obispo de la Diócesis de Mar del Plata, quien fue acompañado por los curas párrocos Mario Fernández, responsable de la Capilla San Cayetano ya que es el actual titular de la Parroquia Santa Teresita, Fernando Mendoza, de la Parroquia Santa María del Carmen y Alejandro Martínez, de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes, como así también el flamante diácono, oriundo de Quequén, Gonzalo Domench.
La novena empezó el pasado domingo 29 de julio, donde se rezó por los voluntarios y con el transcurrir de los días, se hizo lo propio por los adultos mayores, por los enfermos, por la patria, por los necesitados, por la educación, por las vocaciones, por los niños y jóvenes y por la paz.
De acuerdo a la información difundida por la propia capilla, a las 15 se prevé la realización de una procesión por las calles de esa zona de la ciudad y posteriormente el oficio de la misa.
“En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración, en el hospital le encontramos personalmente”, solía decir San Cayetano, patrono del pan y del trabajo.
San Cayetano nació en Vicenza (Italia) en 1480. Estudió en la Universidad de Padua, distinguiéndose en la teología y doctorándose en derecho civil y canónico.
San Cayetano tuvo que sufrir incomprensiones y rechazos por la misión renovadora que había emprendido. Más adelante, con el Beato Juan Marinoni, el Santo fundó los “Montes de Piedad” para liberar de la miseria a pobres y marginados.
Al final de su vida, abrió hospicios para ancianos y hospitales. Cuando cae muy enfermo, los médicos le sugirieron que ponga un colchón sobre su cama de tablas, pero el Santo respondió: “Mi salvador murió en la cruz; dejadme pues morir también sobre un madero”. Falleció en Nápoles el 7 de agosto de 1547 a los 77 años.
En nuestra ciudad, en la capilla del Barrio 9 de Julio, los fieles y devotos, cada año, le piden pan y trabajo y le agradecen lo que se les ha dado por su intercesión ante Dios.-